domingo, 9 de diciembre de 2012

Con María en el Bar sin tiempo


María Magdalena pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino.
Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes,
para las que van llegando tras ella.
Virginia Wolf, carta a su amiga la música y feminista Ethel Smyth

Jesús y María de Magdala se despidieron con un abrazo que parecía no tener fin, también
 se besaron, pero con menos demora, nada raro si tenemos en cuenta que ésa no era
costumbre de aquellos tiempos.
José Saramago – “El Evangelio según Jesucristo”





SI tu tam tam cumbiero compita con
lloros de José al revelarse
a sus hermanos en Egipto, o el gemir sea
de un desdentado niño
que por comida a seno maternal increpa
cual rojo insomne sol, y el corno de Jacob
ante el templo a Jehová en Bethel
aúlle menos que
esta cumbia y este alcohol que alzás
en soledad
con tan trágicos ojos que si ella te los viera
tornaría a pacer en hierbaviva
(así fuese
por darte insomne cuido.)

Si la esquina abierta las veinticuatro horas
del Bar sin Tiempo el sitio es
donde irrumpe mismito el Señor con espada
flamígera
y sólo Transitorio y los muy pocos
salvan sus almitas.

Y han de salvarla ustedes los humildes
desmembrados
tupamaros de la sinrazón, ilusos sin
gloria ni alhucema propia,
ni espiga ni amor ni café
para los siglos de escasez
y tan sólo los bueyes sudorosos
de la desgracia
hayan de salvarse,
sólo los ustedes
los que atisban en la luna el fervoroso
pujo
de una radiante improbable
parición.


MARÍA Magdalena ha llegado, llegó el día
primo en la mañana, al bar abierto
las veinticuatro horas
(abierto los mil siglos)
ha llegado,
rojos los sus cabellos
cuando aún era
oscuro
y:
revuelta vio la losa del sepulcro.
“Se han llevado al Señor, explicadme
dónde lo han yacido”
y todos locos extraviadísimos allí
de cuerpos ay presentes
los locos resurrectos.
María de Magdala ha venido a yantar
con nosotros nos ama
cual inanes ciervos desvalidos
cual mendaces caballeros nos
ama y nos dispensa
sus senos de amaranto
sus senos de la leche de las alas
de la oruga del
fervor
sus senos de la leche del fuegodonde cada Justo arde
y
arderá.


AH de aquellas carnes resurrectas
aquél néctar de lúpulo y
cebada.
La belleza acaso sea hebra o
caligrama
de lo indeterminado
(de lo que jamás ha sido o será).
La cerveza: pesante vellón
alquímico babeo nupcial
y el vivir que empotra sus patas de cerdo
y el morir que ríe de la tumba vacía.

Tal truco −revivir luego
andar− ya el Christo lo hizo.
Mis amigos suelen repetirlo.
No hay milagros entre nos,
los reyes de utopía
(sólo es poeta
quien al tercer día
canta y abandona
sin prisa el sepulcro).

Magdalena, la escena
montemos, Hosanna, el poema
bienvenido sea al café
que abre las zonzas veinticuatro
vidas.
Piquetes del verbo, hágase la
fe.
Y sea con nosotros la palabra
Y se cabree la cabra de la afasia
Y se enrabie el burgués
de pacotilla
con todo el vulgo
vomitador  a cuestas (…………)


(………………………………..)

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